Natalia conoció a Federico un sábado al mediodía de fines del invierno de 2023, en “Mar Furioso”, la parrilla de 145 y 3. Transcurrían los últimos meses de gestión de Alberto Fernández en la presidencia del país. Natalia ayudaba con la cocina y con la atención de mesas en el lugar. Federico elogió mucho el almuerzo de ese día, y Natalia se enorgulleció debido a que ella sola lo había preparado ese día.

Sin necesidad de hacerle esta aclaración, no obstante, el hombre le preguntó si no sabía de alguien que pudiera preparar la comida en su casa, y Natalia le ofreció sus propios servicios los días jueves, que tenía libres.

Así fue que la chica comenzó a cocinar en la casa de Federico (Av. 2 y Paseo 134) a fines de agosto de ese año, un día jueves, de 13 a 17.00 hs.

Federico trabajaba en la misma casa. Era arquitecto y diseñaba planos de futuros hoteles de la ciudad. Muchas veces la mensajeaba a Natalia mientras ella se acercaba en el 507 (“Nuevo Bus”) y le preguntaba qué necesitaba del mercado para comprarlo previo a su llegada. Era muy gentil en eso.

A Federico se molestaba en principio la presencia y la humareda que generaba Natalia al cocinar, mientras él trabajaba. Y a Natalia también le entorpecía la mirada de Federico sobre sus actividades de cocina.

Pero a medida que se fueron conociendo, la molestia cedió, y ambos comenzaron a sentirse a gusto con las horas compartidas. Federico tenía la misma edad que Gael, el padre de Natalia que vive aún en Cuzco, pero no obstante ello, el patrón y su empleada compartían muchos gustos musicales.

Eran ambos muy apasionados de la música clásica (Beethoven, Mozart, Chopin). Natalia debía ese gusto justamente a su padre, quien era el violonchelo principal en la orquesta del Departamento de Cuzco, y Federico a Verónica, su hija, quien tocaba el piano en La Plata, su ciudad natal.

Así transcurrieron varios meses. En enero Federico dejó la casa, la alquiló a turistas y se volvió a vivir a La Plata. La renta era jugosa y los planos podían esperar hasta marzo.

Natalia, no obstante, mantuvo el trabajo, ya que Federico lo alquiló “con almuerzo incluido”. Mucha fue la confianza que se generó entre el patrón y su empleada, y Natalia misma era quien le administraba el “manejo de la llave” con los turistas. Tres familias fueron las que ocuparon la casa en enero, cuatro en febrero de 2024.

Además de la confianza, motivaron que Federico dejara “el manejo de la llave” en mano de Natalia los desagradables episodios vividos con su vecina Estela el año previo (enero y febrero de 2023), quien vivía todo el año sobre la Avenida 2, casi esquina 133. Trataremos estos malentendidos más adelante, si el desarrollo de la trama lo amerita.

El hecho fue que en enero y febrero de 2024 todo marchó a la perfección, y en marzo volvió Federico a su rutina de planos y visita de obras geselinas que había dejado en diciembre. Y Natalia a cocinar mientras su patrón trabajaba.

Pero es del mes de abril de 2024 cuando datan los manuscritos que dan cuenta de que la relación de una u otra forma había cambiado su rumbo. Daremos a conocer esos textos en breve.

A.P.

Virus “Pronta Entrega”, 1985

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